TAL VEZ ME LLAME JONÁS

Yo no soy nadie:

Un hombre con un grito de estopa en la garganta

y una gota de asfalto en la retina.

Yo no soy nadie: ¡Dejadme dormir!

Pero a veces oigo un viento de tormenta que me grita:

Levántate, ve a Nínive, ciudad grande, y pregona contra ella.

No hago caso, huyo por el mar y me tumbo en el rincón

más oscuro de la nave

hasta que el viento terco que me sigue

vuelve a gritarme otra vez:

¿Qué haces ahí, dormilón? ¡Levántate!

Yo no soy nadie: Un ciego que no sabe cantar.

¡Dejadme dormir!...

Pero un día me arrojaron al abismo,

las aguas amargas me rodearon hasta el alma,

la ova se enredó en mi cabeza,

llegué hasta las raíces de los montes,

la tierra echó sobre mí sus cerraduras para siempre...

(¿Para siempre?)

Quiero decir que he estado en el infierno...

De allí traigo ahora mi palabra.

y no canto la destrucción,

apoyo mi lira sobre la cresta más alta de este símbolo...

Yo soy Jonás.

(León Felipe)

sábado, 11 de septiembre de 2010

FELIZ AÑO 5771

El jueves pasado Israel celebró el Rosh Hashaná, el Año Nuevo. Esta fiesta dura dos días,  commemora  el final de la creación del universo  y abre la puerta a un mes plagado de fiestas, que muchos aprovechan para viajar al extranjero o disfrutar del país y los últimos coletazos del caluroso verano.
Aunque la Biblia señala como primer mes del calendario hebreo el de nitzantishrei (septiembre-octubre), cuando se considera que Dios creó el mundo y al primer hombre: Adán. (marzo-abril),  la tradición ha acabado desplazando la celebración del Año Nuevo al mes de
Según ese cómputo, la vida en la Tierra echó a andar hace 5.771 años.
Dice la tradición mosaica que en Rosh Hashaná Dios juzga a los hombres.
La festividad se abre al atardecer de la víspera con el sonido del shofar, trompeta ritual hecha con un cuerno de carnero, que llama a la reflexión, el arrepentimiento y el examen de conciencia.
En las cenas familiares se toman alimentos simbólicos que invocan la abundancia y la dulzura que se espera del año venidero:  granadas,  dátiles, manzanas con miel y el padre de famila,  cabezas de pescado.
En las sinagogas se ofician servicios matutinos y vespertinos.
Parte del ritual de Rosh Hashaná consiste en ir al mar, a un lago o a un río, para vaciarse los bolsillos o tirar migas de pan en un cauce de agua. Este acto simboliza la purificación de los pecados. Se arroja el lastre moral del último año y el devoto vuelve a casa limpio y regenerado.
Pasados los buenos deseos expresados con el shana tova, feliz año, a los israelís les quedan tres semanas de fiestas, con alternancia de días laborables y feriados. A Rosh Hashaná le sigue el Yom Kippur o día del Perdón, que deja paso al Sukkot, la fiesta de los Tabernáculos, para cerrar el mes, el 30 de septiembre, con el Simhat Torah.

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