TAL VEZ ME LLAME JONÁS

Yo no soy nadie:

Un hombre con un grito de estopa en la garganta

y una gota de asfalto en la retina.

Yo no soy nadie: ¡Dejadme dormir!

Pero a veces oigo un viento de tormenta que me grita:

Levántate, ve a Nínive, ciudad grande, y pregona contra ella.

No hago caso, huyo por el mar y me tumbo en el rincón

más oscuro de la nave

hasta que el viento terco que me sigue

vuelve a gritarme otra vez:

¿Qué haces ahí, dormilón? ¡Levántate!

Yo no soy nadie: Un ciego que no sabe cantar.

¡Dejadme dormir!...

Pero un día me arrojaron al abismo,

las aguas amargas me rodearon hasta el alma,

la ova se enredó en mi cabeza,

llegué hasta las raíces de los montes,

la tierra echó sobre mí sus cerraduras para siempre...

(¿Para siempre?)

Quiero decir que he estado en el infierno...

De allí traigo ahora mi palabra.

y no canto la destrucción,

apoyo mi lira sobre la cresta más alta de este símbolo...

Yo soy Jonás.

(León Felipe)

viernes, 17 de septiembre de 2010

JONÁS Y YOM KIPPUR

Hoy a la caída del sol empezará el Yom Kipur, el "Día del Perdón", la fiesta más solemne del calendario judío. Durante 25 años el arrepentimiento y la recepción del perdón de los pecados son los sentimientos dominantes. Por eso se viste de blanco, no se come ni se bebe, tampoco se mantienen relaciones conyugales, no se fuma ni se cocina ni se conduce, no se pueden usar zapatos de cuero.
Israel se paraliza.
De hecho, el aeropuerto  Ben Guirion, y su espacio aéreo permanecen cerrados desde la 01:00 de esta madrugada y no habrá nuevos despegues hacia las 22:30 de mañana sábado.
El silencio se hace oír.


Una de las múltiples plegarias que se elevan ese día es la llamada "Maftir Iona", en la que se proclama el libro de Jonás.  
A continuación adjunto un comentario del  Rabino Daniel Oppenheimer sobre Jonás:

Se acerca Iom Kipur y, como todos los años, leeremos una de las historias más llamativas del Tana”j:  la odisea del profeta Ioná ben Amitái.  Dado que los Sabios eligieron esta lectura como la más apropiada para uno de los momentos más delicados del año, debemos intentar entender el significado que nos quiere transmitir.  Comencemos, entonces, relatando la historia y luego la podremos analizar.
Ioná era uno de los más célebres profetas de Israel.  Vivía en la época de Ieravam ben Ioash, rey de Israel (en aquellos tiempos, el pueblo judío estaba dividido en dos reinos:  Israel y Iehudá), durante la era del 1er Bet HaMikdash.  Ioná era alumno de Elishá, discípulo del profeta Eliahu (Elías) y había sido el encomendado de ungir a Iehú, abuelo de Ieravam para reemplazar a la contumaz dinastía de Omrí.  Corría alrededor del año 3105 (645 antes de la era común).  Los Sabios identifican, además, a Ioná con el niño resucitado por el profeta Eliahu (Melajim 1 cap.17), lo cual acredita su nombre “ben Amitái”, pues se ratificó (Emet) en este hecho la autenticidad de la profecía de Eliahu..
Ioná recibió una orden Di-vina:  ir a Ninevé, la capital del imperio asirio y advertirle a su población acerca de su inminente destrucción, como consecuencia de su nefasta conducta (robaban, calumniaban a la gente, blasfemaban a D”s...)
Ioná no quiso ir.  ¿Por qué?  Los resultados de esta misión eran previsibles:  si la gente de Ninevé se arrepentiría y corregiría su comportamiento, esto se convertiría en una obvia recriminación en contra del pueblo judío, quien seguía firme en su obstinada manera de pecar.  Dado que Ioná no quería participar de esta evidente imputación en contra de los hermanos judíos a quienes amaba profundamente, decidió fugarse.  (Obviamente, la exigencia Di-vina hacia los judíos es inmensamente superior que los requerimientos demandados a los asirios.  Sin embargo, la analogía podía darse, dejando mal parados a los judíos).  En las palabras de los Sabios:  “Ioná demandó el honor del hijo - Israel, por encima del honor correspondiente al Padre -D”s (Mejilta 28).
Ioná emuló de este modo la actitud de Moshé Rabeinu quien, a su vez, ofreció ser borrado del texto de la Torá antes que permitir que el pueblo de Israel fuese destruido por el pecado del becerro de oro.
Había una razón adicional a su intento por desoír el pedido de D”s.  Previamente Ioná había sido enviado a Ierushalaim (capital del reino sureño de Iehudá) para llevar un mensaje similar de advertencia.  El mensaje había sido escuchado y obedecido.  Ierushalaim se salvó (Pirke d’Rabi Eliezer).  Sin embargo, en aquella oportunidad los necios habían acusado a Ioná de ser un profeta falso (alarmista, fanático, exagerado, ortodoxo, etc.), “demostrando” su tesis de fantasía con los hechos que no se habían consumado de acuerdo al vaticinio de Ioná.  (La verdad es que si una profecía de amonestación no se cumple en la práctica, esto no establece la falacia del profeta, pues podía ser que la reparación moral de la gente tornó innecesario el castigo).  Ioná quería evitar una nueva acusación de tal índole, pues sentía que sería un agravio hacia D”s, (cuando la gente cree que apercibe y no cumple).  Ioná, como Moshé, no quería convertirse en un instrumento que derivara en un Jilul HaShem (profanación del Nombre de D”s).
Pero... ¿acaso es posible escaparse de D”s?  Evidentemente no. 
Ioná quería eludir la profecía.  Sabiendo que el nivel espiritual fuera de Israel es inferior al de la tierra de Israel, Ioná razonó que saliendo de Eretz Israel, D”s no le hablaría más y quedaría exento de cumplir con esta controvertida misión.  Se dirigió hasta el puerto de Iafo y pagó por una embarcación que lo alejara de su tierra, de sus hermanos y de la propia profecía.  Esta acción no fue la acertada a pesar de las nobles intenciones de Ioná, quien incurrió así en la prohibición de retener la profecía (Talmud Sanhedrín 89.)
Mientras navegaba hacia Tarshish, se levantó una tormenta que azotaba precisamente el sitio por donde pasaba la embarcación, haciendo peligrar al barco y a su gente.  Mientras Ioná se acostó a dormir, la tripulación comenzó a invocar a sus dioses sin resultado.  Al notar que la  tempestad no era habitual, hicieron una lotería para determinar quien era el responsable.  El sorteo cayó sobre Ioná.  Éste dio a conocer su identidad hebrea, su creencia en D”s “del Cielo y de la Tierra” y el motivo de su culpa.  Los marineros se asustaron y le pidieron  que les dijera qué deberían hacer para salvarse del temporal.  Ioná les respondió que el mar se calmaría únicamente si lo arrojaban al mar.  Los tripulantes quisieron evitar llegar a esto e intentaron infructuosamente acercar el navío hacia la orilla (sentían que estaban frente a una persona sagrada).  Sin embargo, al ver que sus esfuerzos eran en vano, rogaron a D”s que no los culpara por lo que estaban por hacer.  Tomaron a Ioná y lo echaron al agua, tras lo cual el mar se calmó.  Maravillados, los marineros se convirtieron al judaísmo y prometieron hacer lo mismo con sus familias (Pirke d’Rabi Eliezer 10).
Un pez designado por D”s tragó íntegro a Ioná quien permaneció en la panza del pez durante tres días.  Ioná no estaba muy cómodo dentro del pez y compuso allí un himno a D”s en el cual se arrepintió de su acción.  El pez despidió a Ioná en la orilla y Ioná volvió  a recibir la temida orden:  “Ve a Ninevé y adviertele”.
Ioná fue.  Ninevé era una gran metrópoli que requería tres días para caminarla de punta a punta.  Ioná anunció a todos que la destrucción era inminente (las palabras textuales son: “y Ninevé ‘nehefejet` = se transformará”, la misma palabra utilizada respecto a la destrucción anterior de Sodoma, pero que en este caso alude a lo que realmente sucedió finalmente, pues los habitantes de Ninevé modificaron su actitud).  La gente escuchó a Ioná y se estremeció.  Avisaron al rey, quien mandó la orden de ayunar, de vestir ropa de duelo y de corregir sus malas acciones, dando él mismo el ejemplo.  “D”s observó su proceder que se habían apartado del mal y no destruyó a Ninevé”.
Se  había cumplido lo que Ioná había temido.  Ninevé se había salvado, mientras Ioná permanecía a un borde de la ciudad, en una cabaña que había construido, para contemplar los acontecimientos.  Ioná estaba tan enfurecido por el curso de los eventos que pidió morir.  Se sentía impenitente por estar cuestionando la postura de D”s respecto a Ninevé y esto le causaba una terrible angustia (Alshij).  D”s sólo le respondió:  “¿tanto disgusto te trae?”  e hizo crecer imprevistamente un árbol de kikaión (algunos identifican este árbol con un ricino) que poseía un follaje frondoso y protegió a Ioná del sol recalcitrante.  Ioná se alegró considerablemente con esta inesperada fortuna.   Sin embargo, al amanecer del día siguiente, D”s envió un gusano que atacó al Kikaión dejando a Ioná desguarnecido frente al viento cálido y el sol ardiente.  Ioná volvió a sentirse decepcionado y reiteró su súplica a D”s objetando que no quería vivir más.  A lo cual D”s le respondió:  Tu te lamentas por el Kikaión que no te esforzaste por él ni lo plantaste, que en una noche apareció y en una noche se perdió - ¿y yo no mostraré sensibilidad hacia Ninevé, una ciudad tan grande con tanta población (120.000 niños inocentes y aun más adultos)?
El libro de Ioná termina aquí.  No nos cuenta más.  Lo que pasó con Ioná personalmente no lo sabemos.  El Ialkut Shimoní (parte del Midrash) dice que Ioná cayó sobre su rostro en aquel momento y respondió:  “(D”s!) conduce a tu mundo con el atributo de la misericordia, tal como está escrito: ‘de D”s dependen la misericordia y el perdón’”.
Hasta aquí la historia  ¿Cuáles son las enseñanzas?
 
La Mishná en Ta’anit cuenta que cuando en Israel escaseaba la lluvia, se decretaban ayunos sucesivos para pedir clemencia de D”s.  En estas ocasiones, el anciano del pueblo hablaba a la población y le observaba que en Ninevé no dice:  “y D”s observó su ayuno”, sino: “y D”s observó “su proceder que se habían apartado del mal”.  El objetivo no es el ayuno (si bien, obviamente lo debemos cumplir), sino el cambio que debe generar  en nosotros.  Ayuno sin Teshuvá (arrepentimiento - remordimiento) es un acto estéril.
 
Asimismo, los Sabios califican la Teshuvá (contrición) como un “acto engañoso  (Talmud Ierushalmi Ta’anit 2:1).  ¿Qué significa esto?  ¿No dice, acaso, (Pirkéi dRabi Eliezer) que los habitantes de Ninevé estaban cercanos (fáciles de influenciar) a la Teshuvá?
Para responder a esta pregunta, debemos entender que la Teshuvá puede funcionar en varios niveles.  Lo más habitual es que una persona se asuste de las consecuencias directas de una acción (p.ej., fumar), y que esto le sirva como disuasivo para alejarse del hecho.  La Teshuvá de Ninevé perteneció a esa categoría.  Por lo tanto sus habitantes corrigieron sus acciones externas, devolvieron lo que habían robado, etc. (Meshej Jojmá, Pinjás).  Sin embargo, no se modificó su cosmovisión que trajo aparejado el pecado y que quedó latente en su ser íntimo para volver a incurrir en él.  Su proceder fue el resultado del miedo de la amenaza de destrucción (Bet Elokim).  Si bien para Ninevé, que no goza de la Mitzvá de Teshuvá constante como los judíos, esto puede ser suficiente, no es el caso respecto a Israel.  Por consiguiente, la consecuente demanda recriminatoria a Israel temida por Ioná, seguía en pie:  si Ninevé era capaz de una Teshuvá, si bien periférica, tanto más se esperaba de Israel que logre una Teshuvá total!  (Rabbi Noson Scherman en la introducción a Ioná – Artscroll)
 
Por último.  Veamos cómo continuó la historia.  Ninevé se salvó.  Asiria (cuya capital era Ninevé) pasó a convertirse luego en “la vara de D”s” mediante la cual castigaría al reino norte de Israel y a otras naciones e inquietaría a la ciudad de Ierushalaim (que a última hora se salvó).  Al final, Asiria cayó al igual que todos los imperios que fueron decadentes moralmente.  ¿Les sirvió la Teshuvá?  Sólo para salvarse en el momento.  Si la Teshuvá hubiese estado acompañada de un proyecto espiritual para el futuro, Asiria hubiese cumplido otro rol distinto, más sensible, al de ser los verdugos de la humanidad.  La Teshuvá momentánea repitió la actitud de Kaín, la de Ishmael, hijo de Abraham (cuando estaba muriéndose de sed en el desierto) y otros que se alejaron transitoriamente de sus pecados.  No tuvieron un efecto duradero.  Tal como sucedió con Ninevé, D”s responde a la Teshuvá de la gente y le brinda nuevas oportunidades dándole más vida.  Esto no garantiza que los beneficiarios de la bondad Di-vina utilizarán esta benevolencia correctamente....
Frente a esta historia, nos debemos preguntar:  ¿qué naturaleza tiene nuestra actitud en Iom Kipur?  ¿es superficial como la de Ninevé o es firme y durable?  ¿llega a la esencia de nuestro ser modificando nuestra visión y acción en su conjunto?  ¿tenemos proyectos valiosos para el futuro?

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